lunes, 18 de febrero de 2008

B) ANALISIS DESDE EL PODER, LA GUERRA. LA DEFENSA, Y LA ESTRATEGIA

1) El Poder:

Huntington a través de su obra trata de reforzar la concepción del mundo hegemónico, unipolar de los Estados Unidos. El análisis de las civilizaciones lleva al lector a privilegiar a la civilización occidental, la que el coloca como Estado líder a los propios Estados Unidos.

El poder visto en sus cuatro factores: militar, político, económico y psico-social. Un poder que va más allá de un Estado y que a través de la cultura (civilización) traspasa un sinnúmero de Estados. Por lo que las afirmaciones sobre el estudio del resto de civilizaciones prefiguran la toma de posición del lector a favor de los Estados Unidos.

Las amenazas al poder omnímodo y omnisciente las coloca a través de los siguientes factores: 1) población joven y mayoritaria en la religión musulmana; 2) en el factor psico-social de las concepciones religiosas y de lucha de la misma población así como la falta de Estados centrales, particularmente en el mundo del Islam.


2) La Guerra:

El autor utilizando la modalidad de “narrador-testigo” da al lector una visión de la guerra en su proceso. Da clavijas o anclajes para entender la guerra desde la óptica de la civilización occidental. Por lo que en una especie de síntesis de los hechos, elabora una “apreciación global política estratégica “(AGPE) [1]de los supuestos enemigos, para luego, ganar la adopción de los puntos de vista de los lectores, a la toma de decisiones de los Estados Unidos como núcleo vital estratégico de la civilización occidental.


De tal manera que, cualquier decisión de los Estados Unidos, deberá en el mejor de los casos, ser avalada por el lector de dicha apreciación. Su maestría está en “ganar adeptos” para su concepción, ante el hecho de que el lector no dispone de información paralela o de un proceso de “contra-información” que ayude a una visión diferente o distinta para poder evaluar y realizar un mejor balance de los hechos.


Es la visión unilateral, pero que obliga a una revisión o lectura de otro tipo de información.

3) La Defensa


Aún más, desde la concepción del pensamiento estratégico, Huntington elabora toda una estructura mental o un constructo mental que denomina el orden emergente de las civilizaciones y para mantener la defensa crea las conceptualizaciones de “estados centrales, círculos concéntricos y orden civilizatorio” [2]

Otro elemento esencial para potenciar la defensa de la civilización occidental que desarrolla es la conceptualización de “identidad cultural”.


En el capítulo 6. “La reconfigutación cultural de la política global”, el autor afirma que “la política global se está reconfigurando de acuerdo con criterios culturales”… “las fronteras políticas se rehacen cada vez más para que coincidan con las culturales: étnicas, religiosas y civilizatorias. Las colectividades culturales están reemplazando los bloques de la guerra fría y las líneas divisorias entre civilizaciones se están convirtiendo en las líneas centrales de conflicto en la política global…”[3]
La pregunta que durante la Guerra Fría tenían que responder los Estados”… “¿De qué lado estás? ha sido reemplazada por esta otra, mucho más fundamental “¿Quién eres? .Cada Estado debe tener una respuesta, su identidad cultural, que define el lugar del Estado en la política global, sus amigos y sus enemigos…[4]

A mediados de los años noventa, muchos Estados están atravesando por crisis de identidad, pero…”al habérselas con una crisis de identidad, lo que cuenta para la gente es la sangre y las creencias, la fe y la familia…[5]


Para ilustrar los realineamientos culturales, el autor ejemplifica con los Balcanes y reforzando con las palabras de Misha Glenny, expresa:

“…En conjunto, los Balcanes han sido “balcanizados “una vez más siguiendo criterios religiosos. “Están surgiendo dos ejes: como decía Misha Glenny, “uno ataviado con el ropaje de la ortodoxia oriental, el otro cubierto con la “indumentaria islámica” y existe la posibilidad de que aparezca “una lucha cada vez mayor por la influencia entre el eje Belgrado-Atenas y la alianza turco-albanesa…” [6]

Para ubicar de mejor manera, contra quien es la lucha, Huntington va tejiendo y entretejiendo toda la urdimbre de su trabajo. Y pasa revista sobre las diferentes regiones y subregiones. Leámosle:

“…En el este asiático, hogar de pueblos de seis civilizaciones diferentes, el rearme cobra impulso y las disputas territoriales empiezan a pasar a primer plano. Las tres Chinas menores y las colonias de chinos afincados en el sudeste asiático cada vez se orientan más hacia China continental, establecen más tratos con ella y dependen más de ella. Las dos Coreas avanzan dubitativa pero significativamente hacia la unificación. Las relaciones en los Estados del sudeste asiático entre musulmanes, por un lado, y chinos y cristianos, por el otro, se van haciendo cada vez más tensas y a veces violentas…[7]

“…En Latinoamérica, las integraciones económicas- MERCOSUR, el Pacto Andino, el Pacto Tripartito (México, Colombia, Venezuela), el Mercado Común Centroamericano-adquieren nueva vida, confirmando la idea demostradaza muy gráficamente por la Unión Europea, de que la integración económica va más rápido y más lejos cuando se basa en la coincidencia cultural …”[8]


Huntington sabe que las personas sólo lucharán por algo que ellas amen. Ya sea la patria, su nación y sus propias creencias y por ello, apela a ampliar la identidad cultural.

Y a la pregunta que él mismo se hace ¿Por qué la coincidencia cultural habría de facilitar la cooperación y cohesión entre la gente , y las diferencias culturales , en cambio promover escisiones y conflictos? el propio autor se responde: En primer lugar, cada persona tiene múltiples identidades; parental, ocupacional, cultural, institucional, territorial, educacional, partidista e ideológica, pero en el mundo contemporáneo, la identificación cultural está aumentando su importancia de forma espectacular en comparación con las demás dimensiones de la identidad. [9]

En segundo lugar, la mayor relevancia de la identidad es en gran parte producto de la modernización socio-económica, tanto en el plano individual, donde la dislocación y alienación crean la necesidad de identidades más significativas, como en el plano social, donde las mayores capacidades y poder de las sociedades no occidentales estimulan la revitalización de las identidades y la cultura autóctonas…[10]

En tercer lugar, la identidad en cualquier plano-personal, tribal, racial o de civilización- sólo se puede definir con relación a “otro”, una persona, tribu, raza o civilización diferente… El “nosotros” propio de una civilización y el de “ellos” de lo externo a la civilización es una constante en la historia humana. Estas diferencias en la conducta ad intra y ad extra de una civilización proceden de:

1. Sentimientos de superioridad (y a veces de inferioridad) con respecto a la gente que se ve muy diferente
2. Temor o falta de confianza en tales personas
3. Dificultad de comunicación con ellos debido a las diferencias en cuestión de lengua y de lo que se considera una conducta civilizada
4. Falta de familiaridad con los presupuestos, motivaciones, relaciones y prácticas sociales de otras gentes…[11]

En cuarto lugar, las fuentes de conflicto entre Estados y grupos de diferentes civilizaciones, son en gran medida, las que siempre han generado conflictos entre grupos de gente: el control de las personas, el territorio, la riqueza, los recursos y el poder relativo, que es la capacidad de imponer los propios valores, cultura e instituciones a otro grupo en comparación con la capacidad de dicho grupo para hacer eso con uno…[12]

En quinto y último lugar, está la ubicuidad del conflicto. Es humano odiar. Por propia definición y motivación, la gente necesita enemigos: competidores en los negocios, rivales en el rendimiento académico, oponentes en la política. Desconfía en forma natural y ve como amenazas a quienes son diferentes y tienen la capacidad para hacerle daño…[13]

Otro elemento estudiado es la estructura de las civilizaciones. Sobre este tema, Huntington relata que “…En la guerra fría, los países se relacionaban con las dos superpotencias como aliados, satélites, clientes, neutrales, no alineados. En el mundo de posguerra fría, los países se relacionan con las civilizaciones como Estados miembro, Estados centrales, países aislados, países escindidos, países desgarrados. Como las tribus y las naciones, las civilizaciones tienen estructuras políticas…[14] Normalmente, las civilizaciones tienen uno o más lugares considerados por sus miembros como la principal fuente (o fuentes) de la cultura de la civilización. Dichas fuentes a menudo se sitúan dentro del Estado (o Estados) centrales) de la civilización, esto es, su Estado o Estados más poderosos y culturalmente más fundamentales…[15]

“…Occidente ha tenido normalmente varios Estados centrales; ahora cuenta con dos: los Estados Unidos y, en Europa, el núcleo franco-alemán con Gran Bretaña como centro adicional de poder a la deriva entre ambos. El Islam, Latinoamérica y Africa conocen de Estados centrales. Esto se debe en parte al imperialismo de las potencias occidentales, que se repartieron Africa, Oriente Próximo y Medio y, en siglos anteriores y de forma menos decisiva, Latinoamérica…[16]


En cuanto al Estado-núcleo de Latinoamérica, Huntington hace una valoración de los elementos para que éste sea Brasil, pero al final de su análisis concluye de la manera siguiente:

“…Así, Latinoamérica tiene varios Estados, Brasil, México, Venezuela y Argentina, que cooperan en el liderazgo y compiten por él. La situación latinoamericana se complica, además, por el hecho de que México ha intentado redefinirse, dejando su identidad latinoamericana por otra norteamericana, y Chile y otros estados podrían seguirle. Al final, la civilización latinoamericana podría fundirse en una civilización occidental con tres puntas, de la que se convertiría en subvariante…”[17]

En cuanto a los Estados centrales de Africa, el autor sostiene que estos podrían ser Nigeria, aunque señala que la desunión entre las civilizaciones que alberga, la corrupción, la inestabilidad política, un gobierno represivo y los problemas económicos lo han limitado a asumir ese papel. Por otra parte, considera que “Sudáfrica es claramente el líder del Africa Meridional, probablemente líder del Africa Inglesa y posiblemente líder de toda el Africa subsahariana “. [18]


Entre los países aislados, señala como el más importante a Japón, que es también el Estado central y único de la civilización japonesa.

Expresa los efectos que tiene la lucha de civilizaciones en un país escindido, y lo explica de la manera siguiente:

“… En un país escindido, los grupos principales de dos o más civilizaciones dicen, en efecto: “Somos pueblos diferentes y pertenecemos a lugares diferentes”. Las fuerzas de repulsión los separan, y tienden hacia polos de atracción, del ámbito de la civilización, presentes en otras sociedades. Un país desgarrado, en cambio tiene una única cultura predominante que lo sitúa dentro de una civilización, pero sus líderes pretenden desplazarlo a otra civilización distinta…[19]


Para que un país desgarrado pueda redefinir con éxito su identidad-según Huntington- debe cumplir tres requisitos. En primer lugar, la élite política y económica del país ha de ser en líneas generales partidaria y entusiasta de dicho paso. En segundo lugar, la sociedad tiene que estar al menos dispuesta a consentir la redefinición de su identidad. En tercer lugar, los elementos dominantes en la civilización anfitriona, en la mayoría de los casos Occidente, han de estar dispuestos a acoger al converso…[20]

Para ilustrar sus afirmaciones, el autor estudia a Rusia, Turquía, México, Australia, entre otros. [21]


a) Estados centrales, Estados núcleo, y círculos concéntricos:

Los países tienden a unirse a otros más beligerantes, pero de cultura similar y a contrapesar a los países con los que no tienen coincidencias culturales.

Lo anterior-según Huntington- es particularmente cierto con respecto a los Estados centrales. Sobre estos enumera las siguientes características:

“…Su poder atrae a quienes son culturalmente semejantes y repele a quienes son culturalmente diferentes. Por razones de seguridad, los Estados centrales pueden intentar incorporar o dominar algunos pueblos de otras civilizaciones que, a su vez, intentan resistir o escapar a tal control (China frente a tibetanos y iugures; Rusia frente a tártaros, chechenos, musulmanes de Asia Central)…[22]

Sobre la función a cumplir por los Estados centrales, el autor afirma:

“…En el mundo actual, más complejo y heterogéneo, los componentes del orden se encuentran dentro de las civilizaciones y entre ellas. El mundo, se ordenará de acuerdo con las civilizaciones o no tendrá orden alguno. En este mundo, los Estados centrales de las civilizaciones ocupan el puesto de las superpotencias. Son fuentes de orden dentro de las civilizaciones y, mediante negociaciones con otros Estados centrales, también entre las civilizaciones…[23]

El autor señala las dificultades que tienen los Estados para resolver sus diferencias y discrepancias cuando no existen Estados centrales.

“…Cuando las civilizaciones carecen de Estados central, los problemas que conlleva poner orden dentro de las civilizaciones o negociar el orden entre civilizaciones se hacen más difíciles. La ausencia de un Estado central islámico que se pudiera relacionar con los bosnios de forma legítima y con autoridad, como Rusia con los serbios y Alemania con los croatas, impulsó a los Estados Unidos a intentar asumir ese papel…”[24]


Otros ejemplos en este sentido son el de Haití y de Sudán. Leámoslos:

“…Así mismo, ante la ausencia de un Estado central latinoamericano, a los Estados Unidos no les quedó otro remedio que llevar el peso de la negociación con Haití, pero, a su vez, los países latinoamericanos criticaron las actividades estadounidenses en este país por ser las de un intermediario externo a la civilización. La ausencia de Estados centrales tanto en Africa como en el mundo árabe ha complicado enormemente los esfuerzos por resolver la guerra civil en curso en Sudán. Allí donde existen, en cambio, los Estados centrales son los elementos nucleares del nuevo orden internacional basado en las civilizaciones…”[25]


En el caso de la Unión Europea, el autor sostiene que los Estados centrales son Alemania y Francia. Al analizar la situación de Europa, el autor expresa lo siguiente:

“…Durante la guerra fría, Europa como un todo no existía. Con el hundimiento del comunismo, sin embargo, se hizo necesario afrontar y contestar a la pregunta: ¿Qué es Europa? Las fronteras de Europa al norte, este, y sur están delimitadas por importantes extensiones de agua, que al sur coinciden con claras diferencias de cultura…[26]

Y es ahí donde Huntington afirma que el paradigma civilizatorio le da una respuesta a la pregunta ¿Dónde termina Europa? Europa termina donde termina el cristianismo occidental y comienza el Islam y la ortodoxia. Esta es la respuesta que los europeos occidentales quieren oír, que apoyan mayoritariamente soto voce, y que varios intelectuales y líderes políticos han apoyado explícitamente…[27]

Por otra parte, el papel de China como Estado central y polo de atracción sínica, Huntington lo reafirma basado en las siguientes consideraciones:

“…primero, el modo en que China presenta su postura en los asuntos de ámbito mundial; segundo, la medida en que los chinos del extranjero han llegado a intervenir económicamente en China; y tercero, las crecientes conexiones económicas, políticas, diplomáticas con China Continental de las otras tres principales entidades chinas, Hong Kong, Taiwán, y Singapur así como la mayor orientación hacia China de los países del sudeste asiático donde China tiene influencia política importante (Tailandia y Malasia) …”[28]


[1] La Apreciación Global Política Estratégica (AGPE) es un estudio conclusivo, profundo y completo de la situación nacional e internacional que se vive, con el objeto de deducir las posibles hipótesis de guerra en que se puede ver relacionado el Estado. Véase: Ejército de Guatemala. Comando Superior de Educación. Manual de Planificación Militar Estratégica. Guatemala. s.f.p.78
[2] Samuel Huntington. Op.cit. Cap.7
[3] Samuel Huntington. Cap.6
[4] Samuel Huntington Op.cit. Cap.6
[5] Samuel Huntington. Op.cit. Cap.6
[6] Samuel Huntington. Cap.6
[7] Samuel Huntington. Cap.6
[8] Samuel Huntington. Cap.6
[9] Samuel Huntington. Cap.6
[10] Samuel Huntington. Cap.6
[11] Samuel Huntington. Cap.6
[12] Samuel Huntington. Cap.6
[13] Samuel Huntington. Cap.6
[14] Samuel Huntington. Cap.6.
[15] Samuel Huntington. Cap.6
[16] Samuel Huntington. Cap.6
[17] Samuel Huntington. Cap.6
[18] Samuel Huntington. Cap.6
[19] Samuel Huntington. Cap.6
[20] Samuel Huntington. Cap.6
[21] Samuel Huntington. Cap.6
[22] Samuel Huntington. Cap.7
[23] Samuel Huntington. Cap.7
[24] Samuel Huntington. Cap.7
[25] Samuel Huntington. Cap.7
[26] Samuel Huntington. Cap.7
[27] Samuel Huntington, Cap.7
[28] Samuel Huntington. Cap.7